1 de noviembre de 2016

23 de mayo de 2016

Ruta en bici : Bordecorex-La Riba de Escalote -Lumías-Torrevicente






El día amanecía nublado y permanecería así el resto de la jornada alternando el cielo con algún claro que no dejaría a la temperatura subir más allá de 15 grados en todo el día, a pesar de encontrarnos ya a mitad del mes de mayo.

La época es buena para emprender esta excursión ciclista, que requiere todo el día si se quiere paladear el paisaje y pararse frecuentemente a curiosear varios puntos de interés, como es mi caso.


pinchar sobre la foto para agrandarla

Desde Bordecorex el primer destino es la atalaya islámica de el Tiñón.  Nada más partir del pueblo hay que subir la cuesta de las Ánimas para plantarnos en los Llanos. 
valle del Torete desde los Llanos

Tomando la primera bifurcación a derecha el camino forestal depara una larga recta solo rota levemente por un par de curvas hacia la derecha. Al final de la segunda curva ya se divisa la atalaya en línea recta.

La atalaya islámica de el Tiñón es espectacular, armoniosa en la inmensidad del páramo .


Tras la estupenda restauración que tuvo hace años ha quedado tal como debió ser originalmente, y además se puede acceder hasta arriba del todo, para contemplar una inmensa extensión de meseta. Esta atalaya tiene contacto visual con otras dos atalayas cercanas : la de la Ojaraca y la de la Riba de Escalote, además del castillo de Rello.








Continuo la ruta hacia el pueblo de la Riba de Escalote, que se divisa fácilmente desde la propia atalaya. El pueblo de La Riba aparece tranquilo, muy solitario, como todas las localidades de esta comarca .
La riba de Escalote
Apenas veo a 4 o 5  personas por sus calles. No paro mucho aquí. Tras tomar alguna foto de la pared de la iglesia que plasman tristes vestigios del pasado de la historia de España ( la Guerra Civil ) , continuo por la carretera,  ascendiendo , rumbo al siguiente pueblo : Arenillas.
en el muro de la iglesia de La Riba de Escalote


El tramo entre la Riba y Arenillas es de continua subida, sobrepasando ya a partir de aquí los 1.100 mts de altitud.

En Arenillas solo doy una pequeña vuelta al pueblo sin bajar de la bici para contemplar la fisonomía de las calles, sobrias, sencillas, y vacías en el momento que yo paso.

A partir de aquí la carretera  desciende hacia un valle recogido, por donde baja un río, que en esta época ruge de caudal ,especialmente en algún tramo con caída. El recorrido en este punto es muy agradable. La carretera serpentea apaciblemente por un pequeño valle que forma praderas cubiertas de hierba , con algunos árboles frutales , y un antiguo molino en su orilla  .

Lumías aparece de repente . El enclave donde se sitúa este pueblo siempre me pareció muy especial. Me causó muy agradable impresión ya en la primera visita que hice , hace unos 10 años. Apacible, pequeño y recogido es un pueblo adaptado perfectamente a la fisonomía del cañón. Frente al pueblo se extiende una bucólica pradera muy verde. En las repisas de los cortados rocosos cuelgan cuidadosamente tainas, palomares y alguna colmena rústica, con senderos de vértigo y accesos asistidos con muros de piedra en sus puntos débiles. El río cruza por mitad del pueblo y en las calles más altas la pared rocosa sobresale.

Lumías

















iglesia de Lumías



Tras tomar alguna foto del pueblo mi intención es recorrer el cañón del río Talegones hasta el pueblo de Torrevicente . Son unos 6.5 kms de sendero serpenteante entre paredones de caliza. He leído en algún sitio que el camino es solo ciclable en un 60% del recorrido, pero confío en que cargando con la bici a cuestas en algún tramo pueda recorrerlo  completo.   Tras dejar Lumías atrás y entrando en el cañon ya percibo que el río lleva mucho caudal. Nunca he recorrido completo,  ni tampoco en bici, este cañón y me pregunto cómo serán los pasos del rio más adelante. Cuando llevo recorridos unos 2 kms del cañón decido parar a comer algo. Han pasado 4 horas desde que dejé Bordecorex.

Tras dar buena cuenta de las viandas, dedico una media hora de reposo a observar el vuelo y posado de los buitres en las paredes del cañón , y continuo por el sendero, que en algunos puntos ya se estrecha entre vegetación hasta solo la anchura de una persona. Hay que conducir con temple para no rozarse demasiado los costados.
He cruzado ya dos veces el río saltando de piedra en piedra con la bici a cuestas. Aparentemente, pienso,  se puede seguir, pero pronto me percato de que es solo una ilusión. En un recodo del cañón el río se ensancha y hay que volver a cruzarlo, pero esta vez sobre un estrecho y frágil tronco tendido de orilla a orilla, y además molestado por la vegetación.  

vista de un tramo del cañón

En este punto decido que no merece la pena arriesgarme a caer al río, y además sin la garantía de que un paso aún más difícil algo mas adelante me haga retroceder el camino , y tener que arriesgar de nuevo en los cruces  de vuelta. Así que tomo la decición de darme la vuelta. Retrocedo unos 3 kms hasta Lumías.  Desde aquí seguiré la ruta hasta Torrevicente pero por la carretera.


Si alguna ventaja pudiera tener la despoblación de esta comarca es que cuando viajas en bici por las carreteras apenas pasan coches. La subida hasta el desvío de Torrevicente de unos 5 kms se me hace larga, continua y dura.

Torrevicente es una aldea  escondida, colgada de una ladera del cañón, casi parece olvidada. La contemplo desde arriba.  Sopeso si bajar hasta sus calles, pero las piernas me piden que las reserve para el largo camino de vuelta. Llevo unos 40 kms sobre la bici. Así que, tras unos minutos de contemplación y silencio, emprendo el camino de vuelta por la misma ruta que realicé hasta aquí desde la Riba de Escalote, a excepción del tramo del cañón.

Torrevicente

Al llegar a la Riba, la atalaya que hay cerca del pueblo, allí arriba desafiante sobre una peña,  me mira  tentadora bajo un cielo de tormenta. Tiene que haber buenas vistas desde allí, pienso, y nunca he subido. Así que decido emprender la ascensión hasta ella. Una larga cuesta de tierra con alguna revuelta me conduce hasta los pies de la atalaya. La tarde cayendo y el cielo en su oscuridad tormentosa tornan la visión ciertamente fantasmagórica. La atalaya ha sido restaurada, con unas escaleras que permiten acceder a su tramo medio, en el que se abre un balcón hacia el este. Las vistas son grandiosas, de un inmenso espacio de terreno abierto.






















La Riba desde la atalaya
Tras la contemplación del paisaje emprendo la bajada hasta la carretera que conduce de La Riba a Caltojar . Este tramo, consistente en un pequeño cañón,  se hace tranquilo y apacible entre roquedos con bonito cromatismo. Como los días son largos de luz, y a pesar del cansancio , decido desviarme un poco antes de llegar a  Caltojar a ver un antiguo molino de río en restauración al que me gusta acercarme cada vez que paso por aquí.


Tras la visita al molino tomo un camino de tierra que desemboca en la carretera  Caltojar-Bordecorex a la altura de la atalaya de la Veruela. Desde aquí solo un par de kilómetros me separan ya del punto de partida,  Bordecorex, a donde llego con los últimos rayos de sol, cansado y sudoroso, pero muy satisfecho por las intensas sensaciones y reflexiones que siempre me provocan los paisajes sorianos.



Perfíl y distancia :






ruta completa vista desde el oeste













Flag Counter